sábado, 6 de abril de 2013
SINDROME DE ARNOLD CHIARI
La enfermedad
Existen dos tipologías del Síndrome de Arnold
Chiari. Las dos son enfermedades raras, pero la
primera de ellas (tipo I) es un poco más común
y un poco menos grave que la segunda (tipo II).
Hablamos, en concreto, de una malformación
congénita del sistema nervioso que se caracteriza
por el desplazamiento y la eventual introducción
de la parte baja del encéfalo (cerebelo y
tronco cerebral) en el canal espinal cervical (que
contiene la parte alta de la médula espinal). Este
tipo I puede asociarse con siringomielia (formación
de una cavidad dentro de la propia médula
espinal). En cualquier caso, sus síntomas
pueden no manifestarse hasta la adolescencia o
incluso hasta la edad adulta.
El tipo II es bastante más preocupante, puesto
que, además, parte de las meninges y de la
médula espinal del enfermo salen a través de
una apertura anormal en la columna (mielomeningocele).
En los casos más graves se asocia
con hidrocefalia (la acumulación de líquido en
el encéfalo)
El diagnóstico
Los síntomas del tipo I pueden ser bastante inespecíficos:
cefaleas occipitales leves, molestias
cervicales, sensación de mareo y parestesia moderada
(hormigueo en las extremidades). Unas
veces progresan de manera irregular, mientras
que en otros casos permanecen estacionarios.
Lo cierto es que cuando son leves se diagnostica
casi por casualidad, mientras se realiza una
exploración por otro motivo. Pero también son
comunes los diagnósticos erróneos, ya que los
síntomas pueden confundirse con los de la ansiedad
o una depresión.
Los casos más graves pueden presentar cefalea
occipital y dolor cervical severos (que empeoran
después de toser o estornudar, debido al
aumento de la presión intracraneal), así como
náuseas y vómitos, vértigos, dificultad para tragar,
nistagmo (sacudidas de los músculos oculares),
parestesias y pérdida de sensibilidad en
extremidades, debilidad, incontinencia de los
esfínteres, rigidez muscular con contracturas,
etc.
El tipo II causa en el niño enfermo todo un conjunto
de síntomas: un llanto débil, dificultad
para tragar, problemas para respirar, alteración
de la fuerza y la sensibilidad, deformidades ortopédicas,
escoliosis, etc.
En un caso como en otro la confirmación precisa
de una resonancia magnética. Esta prueba
permite valorar el grado de desplazamiento y
compresión de las estructuras nerviosas, el estado
de la médula espinal y la eventual presencia
(y extensión) de la mielomeningocele o la hidrocefalia.
El tratamiento
Como medidas generales, los enfermos deben
tener especial cuidado con aquellos ejercicios y
maniobras que impliquen movimientos bruscos
o forzados del cuello. En caso de acudir a un
fisioterapeuta o a un quiropráctico, es preciso
asegurarse de su cualificación y de que conoce
bien la enfermedad; de lo contrario podría tener
consecuencias serias. Del mismo modo es
conveniente evitar todas aquellas situaciones
que supongan un aumento de la presión intracraneal.
En este sentido es aconsejable seguir,
por ejemplo, una dieta rica en fibra para evitar
el estreñimiento y el consecuente esfuerzo asociado
a la defecación.
Por lo que se refiere al tratamiento, salvo en los
casos más leves, en los que se adopta una actitud
conservadora, se recurre a una intervención
quirúrgica. Su finalidad es la descompresión
de las zonas del sistema nervioso afectadas y
el restablecimiento de la circulación normal del
líquido cefalorraquídeo y del equilibrio normal
de presiones. Con frecuencia se precisan varias
intervenciones.
En los niños con Arnold Chiari tipo II, en los que
el defecto es mayor, es necesario además reparar
el mielomeningocele y tratar la hidrocefalia
que casi sistemáticamente ocurre asociada.
Síndrome de Arnold Chiari
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario