Es muy frecuente ver en nuestros pueblos y ciudades aparcamientos reservados para personas con movilidad reducida que, cuando llega un vehículo debidamente documentado con la Tarjeta de Accesibilidad, se encuentra con que esos espacios ya están ocupados por vehículos de personas que no tienen esa movilidad reducida o que no disponen de la tarjeta mencionada.
Pero lo más indignante es que, en algunas ocasiones, las autoridades policiales, cuyo deber es velar por la seguridad y el cumplimiento de las leyes por parte de los ciudadanos, ven que estos espacios no están correctamente utilizados y hacen la vista gorda, con el consiguiente perjuicio para quienes realmente necesitan esos espacios. Esas personas con movilidad reducida se ven obligadas a aparcar el vehículo donde encuentren un sitio libre, que en ocasiones está a muchos metros de su lugar de destino.
No es complicado mejorar la vida de las personas con movilidad reducida. Se trata simplemente de entender su situación, respetar las leyes y que, quienes tienen la obligación de hacerlo, se ocupen de que todo el mundo las cumpla.
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